Desde el otro lado del mar,
quizas en un abismo,
o en un puente que no me animo a cruzar,
sentada en un arbol,
consumiendo lo poco que queda de aire y de sol,
o acostada en la noche con un poco de tos,
un camino de tierra lleno de piedras,
o una calle de ciudad llena de caras que voy a olvidar,
pestañeo,
abrazo lo que tengo,
caminar derecho,
crecer,
no esperar nada para ser.

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